Porfirio Vásquez Aparicio
1902-1971

De izquierda a derecha: Porfirio Vásquez, Galicia Flores, esposo de Eloísa Angulo, Teresa Mendoza, Nicomedes, Victoria, y dos de los hijos de Porfirio: Pipo (sentado) y Oswaldo Vásquez (de pie). 1959
Nicomedes establece el período en que se considera a sí mismo discípulo de Porfirio desde 1949 hasta 1955.
No obstante fueron amigos durante toda su vida y Nicomedes siempre se refirió a él como "mi maestro".
Según cuenta Jorge Santa Cruz, hermano de Nicomedes (2005): "Pero la vida de Nicomedes cambió cuando conoció a Porfirio Vásquez que vivía por la Avenida Arica cerca al Canodromo, al Kennel Club. Nico llegó a casa diciendo “he conseguido a un amigo”. A Porfirio le decían “amigazo” él era de Aucayama cerca de Chancay y Huaral. Era completo tocaba guitarra, cantaba, zapateaba y decía décimas. Parece que Nico encontró en él la veta que necesitaba y desde ahí entró en las décimas. Nico iba seguido a la casa de Porfirio, ahí había jaranas y tomaban pisco. Nico se convirtió en uno mas del grupo. Ocasionalmente Porfirio venía a la casa nuestra a buscar a Nico y conversaba con Pedro (hermano mayor de Nicomedes). A veces tocaba ahí la guitarra. No era asiduo a la casa pero a veces iba. Pedro le cantó una vez en son de broma “cuchucho cara de perro...” pero las jaranas eran con polka, vals y marinera".
Cuenta Nicomedes:
"El primero (de mis hermanos) que surgió a la vida artística fue Rafael, el benjamín, debutando como novillero en 1947. Justamente, la alternativa de matador de toros la recibe en el coso de Acho el 27 de marzo de 1949 y su triunfo inspira un vals a Porfirio Vásquez. Este bello gesto acerca más a los Vásquez y los Santa Cruz, que viven en el mismo sector de Breña (Nicomedes llega al barrio en 1945); y así empieza mi amistad con don Porfirio. Cuatro meses más tarde, en una de sus diarias tertulias en el cafetín de “Choy" en la esquina de los jirones Arica y Loreto, “don Porfi" me recita unas décimas que me hicieron brincar en el asiento. Inmediatamente afloró en mi memoria el canto armonioso de mi mama Victoria... ¡Yo conozco eso! E improvisé una cuarteta:
Criollo, no: ¡Criollazo!
Canta en el tono que rasques.
Le llaman el 'Amigazo',
su nombre: Porfirio Vásquez.
Al día siguiente, entregaba a don Porfirio mi primera décima. Sinceramente emocionado me felicitó y agradeció, pero cuando más orgullos me hallaba, con esa finura que siempre le caracterizó, me hizo ver ciertos errores en la rima (que él llamaba "amarre"). Profesor nato como era, me dio como patrón unas décimas que captara en Chile su inolvidable maestro don Higinio Quintana.
Alguien pensará que don Porfirio me enseñó a componer mis décimas una tras otra. No, la primera y única vez que intervino fue en esa primera décima de mi vida. Pero don Porfi hizo por mí mucho más que mi propia inspiración, pues me enseñó todos los secretos de el cantar popular, tanto en sus conflictos caprichosos así como el arte de cantar en desafío décimas improvisadas.
Fue Porfirio quien me llevó donde su hermano Carlos, que también fue discípulo del famoso Higinio Quintana. Yo tenía una buena cantidad de glosas y fue Porfirio el que me dijo: "dígase una, Nicomedes", cuando terminé Carlos Vásquez estaba llorando. Me dijo: "creí que me iba a morir sin dejar un discípulo, tú vas a ser", y sacó unos cuadernos viejos de contabilidad, en los que tenía miles de glosas en las que había cantado a todo lo imaginable. Entonces le dije que no quería continuarlo, que quería recitar lo mío y seguir mi propio camino. Eso no le gustó. Pero después lo entendió y nos hicimos grandes amigos.
Pero la décima no llegó a absorber a Porfirio como a su hermano Carlos, para él fue como un adorno más entre toda su genial versatilidad. Es más, Porfirio pareció aprovechar el metro octosílabo de la décima y su carácter narrativo, para componer sus valses.
A partir de 1955 y por no encontrar rivales, pues la afición prácticamente había desaparecido, me fui apartando de la temática tradicional para el canto en desafío o contrapunto, en que me venía guiando Porfirio Vásquez, y trabajé mis glosas sobre problemas de actualidad nacional e internacional".
Nicomedes y Porfirio hablan sobre el juego "Maní" en septiembre de 1969
23 de abril de 1972. ‘Maní: juego pugilístico de origen congo’.
La página de Nicomedes. La Nueva Crónica. PDF
(Juego del que se habla en el audio)
Vídeo homenaje "Personalidad Meritoria de la Cultura". 2021
Nicomedes habla sobre Porfirio
Texto libreto disco Socabón (1975):
"Don Carlos Porfirio Vásquez Aparicio, (nota: no confundir con su hermano Carlos Vásquez Aparicio), nació un 4 de noviembre de 1902, en el otrora celebre pueblo de Aucallama, ubicado en el fértil valle de Chancay (75 Kms al norte de Lima), Fueron sus padres don José Santos Vásquez y doña Floriana Aparicio. En 1920 llegó a Lima y contrajo matrimonio con la dama limeña Susana Díaz Molina, con la que tuvo 8 hijos: Vicente, Oswaldo, José Santos, María Julia, Abelardo, Porfirio, Daniel y Pedro.
"El Amigazo", como le llamaran sus múltiples amigos o "Don Porfi" como le dijéramos cariñosamente los muchachos, fue tan completo que podía improvisar una marinera de término, cantarla cajoneando o pulsando la guitarra, o bien bailarla fina, salerosa o pícaramente. Zapateador de contrapunto con vastísimo repertorio de pasadas; bailarín del ya extinto agüenieve; guitarrista folklórico que legó a la actual generación toques casi perdidos, como el 'socabón', 'agüenieve', 'diabliquillo', 'alcatraz' y 'zapateo en menor', así como afinaciones o temples en la guitarra ('punto de maulío') para diferentes golpes de jarana derivados de la 'mozamala' y 'zamacueca'. Buen decimista e inagotable narrador de cuentos, leyendas y todo tipo de tradiciones. Mucho de lo sabido por don Porfi, lo heredó de sus mayores: don José Santos, su padre; Marcelino Vásquez y Elías Muñoz, sus tíos carnales; Higinio Quintana, su maestro en el arte de la décima; y sus hermanos: Juan, el invencible zapateador; Vicente, el viejo patriarca de la familia; Carlos, el decimista; Oswaldo, bailarín y cantor y compañero de andanzas de don Porfi. De sus hijos Vicente ha sido el más aprovechado en la guitarra, Oswaldito en el cajón, María Julia en el baile de marinera, que practicara desde muy niña, teniendo como magistral pareja a su hermano Abelardo, quien también es músico, cantor y compositor.
Cuando en 1945 fue clausurado el 'Kennel Park', don Porfi se quedó sin trabajo. En esa época le conocí e intimamos como padre e hijo. En 1949, Porfirio es solicitado como profesor en una Academia Folklórica (la primera que se funda en Lima) y amplía su docencia a clases particulares. Esto lo convierte en un redivivo continuador de esa larga e interrumpida tradición de negros maestros de bailes que hubieran hasta el siglo XIX (Tragaluz, Maestro Hueso, etc.). Igual que ellos, don Porfi se ve precisado a inventar algunas coreografías, dando al festejo muchos de los pasos básicos que hasta hoy conserva.
Un día me enteré que don Porfi había sufrido un derrame cerebral. Ahí lo vimos en el Hospital Central, guapeando a la muerte y derrochando esa chispa alegre y genial que siempre le aminara. Pero la suerte estaba echada. Días más tarde, en una clínica de Chorrillos fallecía don Porfi, "El Amigazo", mi maestro querido. Justo a las cinco y media de la tarde de un primaveral domingo, 26 de septiembre de 1971 ('Año Internacional de la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial'), se apagaba la fecunda vida de este versátil, inquieto, profundo y auténtico folklorísta peruano, cuya capacidad amical rompió todas las barreras sociales y económicas de nuestra jerarquizada sociedad, a la que dejó un inmenso legado de peruanidad."
Carlos Vásquez (1891 - 1954),
hermano de Porfirio

Don Carlos Vásquez Aparicio nació el 12 de agosto de 1891 en el entonces próspero y pintoresco pueblito de Aucallama, ubicado en el valle de Chancay, departamento de Lima. Hijo de don José Santos Vásquez y de doña Floriana Aparicio, su infancia transcurrió en ese ambiente campesino de pequeños agricultores de panllevar. A esos predios de cantores de jarana y socabón también solía llegar en sus andanzas Hijinio Quintana, y quizás desde entonces la figura desafiante del decimista pisqueño cautivara al muchacho aucallamino. Pero la verdadera docencia se realizó cuando ya Carlos Vásquez radicó en Lima y trabajaba como chofer (por largos años lo fue en la Empresa de Agua Potable de Lima). Cada vez que Hijinio Quintana llegaba a la capital lo iba a visitar y ambos comentaban sus últimas hazañas, intercambiando impresiones sobre la afición en Lima y provincias. Durante su breve estancia en la gran ciudad el maestro dejaba al alumno varias cuartetas para que las glosara, al partir le tomaba examen y si el desarrollo de las décimas le era satisfactorio, lo premiaba dictándole diez o veinte glosas de su cosecha. Ocasiones había en que el maestro venía por su discípulo para enfrentarlo ante un presuntuoso rival: "Quien pretenda cantar con el gran Hijinio Quintana deberá primero vencer a Carlos Vásquez".
En la década de 1940 muere Hijinio Quintana y la afición recibe su golpe de gracia al faltarle su dinámico impulsor. Carlos Vásquez es el lógico heredero del trono vacante, pero casi no quedan aficionados de su talla. La muerte lo sorprende en 1954 sin haber encontrado un discípulo en quien volcar su vasta experiencia e inagotable repertorio.
Sobre los Vásquez:
Sobre Porfirio (pag. 43-44) y su hijo Vicente (58-59) ver libreto de disco Socabón, 1975.
Sobre Vicente Vásquez y Cumanana
Artículos prensa:
19 de febrero de 1963. 'Los Vásquez'. Expreso. PDF
(Para los conocedores señores, / somos los Vásquez / y aquí como en todas partes / ¡somos los Vásquez señores!
16 de junio de 1965. 'El amigazo'. Expreso. PDF
(Criollo, no: ¡Criollazo! / Canta en el tono que rasques / Le llaman 'El Amigazo' / su nombre: Porfirio Vásquez)
Entrevista de Nicomedes a Abelardo Vásquez (1929 -2001).
Revista Oiga. Sin fecha aunque es muy probable que el año sea 1969 PDF PDF
Ensayos 1970. Dirección Nicomedes. Intervienen Victoria Santa Cruz; Abelardo (voz) y Vicente Vásquez (guitarra).
Comentario de Octavio Santa Cruz Urquieta sobre el audio de "Ensayo 1970"
En la primera parte de esta grabación tenemos a Nicomedes con Abelardo a la voz y la guitarra de su hermano Vicente Vásquez explorando juntos un posible nuevo repertorio para el conjunto “Cumanana”:
“El Huracán” de Miguel Almenerio,
“Gozando el vals”
“Los negros de malambo” (tango-panalivio) de cuya autoría se habla en “Música popular en Lima: criollos y andinos”. Pag. 41-42, Lloréns Amico. 1983; en donde se recoge el testimonio de Manuel Covarrubias:
Al primer momento de este fenómeno, ubicado a fines de la década de 1910, se le conoce también como el período crítico de la canción criolla:
"[...] el valse y la polca criollos [alrededor de 1920] ceden posiciones hasta casi desaparecer" (Santa Cruz, César. 1977: 44).
Los temas de la Guardia Vieja, hasta entonces muy escuchados en las fiestas populares y jaranas de barrio o callejón, tuvieron una fuerte y desigual competencia con la música de moda que venía del extranjero, siendo desplazados durante cierto tiempo de casi todos los ambientes criollos, incluso de los mismos callejones limeños. En diversos testimonios, los propios compositores populares que vivieron este momento describen el fenómeno:
". . .Parecerá mentira, pero en los callejones no querían bailar el valse... Tango, la juventud quería tango... Me acuerdo de la época del tango “Té”. Había un muchacho, medio escritor [que en 1922 ó 1923], reprochando esa cuestión del tango, parodió [ la invasión del tango] con un verso de él, pero con la música del tango “Té” que decía: Desde hace un tiempo que los negros de Malambo en lugar de marinera bailan tango. Con esa gracia y displisura [sic] lo han convertido en movimiento de cintura. En un rincón las negras viejas cuchichean, en el centro las zambitas balancean. Es una cosa graciosa y chistosa entrar a un callejón y ver bailar el tango Té..." (Covarrubias, Manuel en Stein 1974c)
“El Aguador” I de Victoria Santa Cruz.
En esta segunda parte, “El Aguador” es interpretado por su autora, Victoria Santa Cruz. Aunque Victoria y Nicomedes trabajaron juntos en el Festival de Cañete de 1971, no podemos precisar el objeto de estos ensayos en lo que se refiere a ellos dos (desde 1966 Victoria lideraba su propia compañía: "Teatro y Danzas Negros del Perú").
“El Aguador” II. Victoria a capela.
“El Aguador” III. Nicomedes y Victoria escuchan la versión anterior que ha sido grabada y sobre la que Victoria, ahora en vivo, le añade el ritmo con su voz así como la campanilla.


